¡ÁNIMO!- Por Jesús Ginés O.

| Jesús Ginés O. Jesús Ginés O.

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No dudo que en el mundo que habitamos abunda el mal al que, por cierto, cada uno de nosotros contribuye con alguna cuota. No es necesario hacer listas de males. Nos llegan servidos diariamente y en abundancia desde las distintas pantallas de las que dependemos. Y como pasamos el día prendiendo y apagando pantallas de distinto tamaño, llegamos a la noche cargados de maldad, sencillamente la absorbemos: Robos, asaltos, violaciones, insultos, mentiras, calumnias, halagos de falsedad absoluta y otros que, cada uno puede ir marcando con lápiz azul, como en las elecciones que nos esperan y nos acosan. Todo esto, lo menos que produce es desánimo. Y ante el desánimo no existe otra medicina que la escasa vacuna del ánimo.

No es el mundo peor que antaño. Nos vemos peores porque conocemos más en detalle todo tipo de males. Esta precisión es necesaria para implorar la tan ansiada vacuna del ánimo que nos devuelva un poco de alegría, de optimismo y hasta de entusiasmo por vivir. Dejemos abortos y eutanasias para otro día.

¿Qué es el ánimo? Masculino de ánima, voz latina que significa alma , espíritu, palabra que a su vez conlleva aliento de vida, soplo de esperanza, ansia de vivir. Es aquella parte invisible pero sustancial del hombre que lo distingue de las bestias y las plantas. Una persona con ánimo tiene conciencia, inteligencia, voluntad, afectos, memoria, trascendencia, en buenas condiciones de rodaje. Es todo aquello que permite al ser humano superar su condición simplemente biológica. La falta de ánimo vendría a ser la negación o serio deterioro de todo lo anterior o de alguna de sus partes. El hombre que pierde el ánimo por causa de acontecimientos que le acorralan desde el exterior, es probablemente un ser deficitario en conciencia, consistencia intelectual, memoria selectiva, espíritu de observación, virtudes naturales y sobrenaturales. Es todo esto lo que tratamos de trabajar y acrecentar cada día para sentirnos bien, para tener buen ánimo. El optimismo como horizonte y el entusiasmo como instrumento sostienen el ánimo.
Al fin y al cabo no todo es guerra o amenaza de conflictos, no todo es corrupción, violaciones o violencia. Hay miles de personas que, muy cerca de nosotros, siguen pensando, produciendo y amando con mucho vigor, proyectando su espíritu silenciosamente, exponiendo su ánimo a quien quiera compartirlo. Gracias a ellos podemos seguir creyendo que hay razones suficientes para decir y desear a unos y otros: ¡Animo! Nos animamos y ayudamos a otros a animarse

Jesús Ginés Ortega

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