Misión

El Hombre Nuevo

Imagen foto_00000004Ver Gaudium et Spes 22 (hombre nuevo); Apostolicam actuositatem 5 - 22

El P. Kentenich definió el hombre nuevo de esta manera:

El hombre nuevo es la personalidad autónoma de una gran interioridad, con una voluntad y disposición permanente de decisión, responsable ante su propia conciencia e interiormente libre, que se aleja tanto de una rígida esclavitud a las formas como de una arbitrariedad que no conoce normas. Por eso no reconoce una autonomía absoluta sino que depende de Dios.  Se adecua en todas las etapas de su desarrollo a las leyes del ser de la misma Santísima Trinidad. Al orientarse según el ideal de la Santísima Trinidad. (Mi filosofía de la educación)

El fundamento bíblico del hombre nuevo está en el discurso de san Pablo de cómo llegamos a ser una nueva creatura en Cristo (ver Rom 6, 6-17; 1Cor 15, 22; 2 Cor 5, 17; Gál 6, 15; Ef 2, 15; 4, 24). La originalidad de Schoenstatt en este asunto es cómo el hombre moderno y los tiempos modernos pueden llegar a una completa transformación en Cristo.

Las claves de Schoenstatt para esta transformación total en Cristo son: la alianza de amor con María como una poderosa escuela para ser como Cristo y como niños ante Dios, la fe práctica en la divina Providencia como un diálogo con Dios sobre los constantes cambios y desafíos de la vida moderna, y el compromiso en un apostolado para la "renovación religioso-moral del mundo". En especial este último punto indica cómo el hombre nuevo tiene un alto interés y capacidad para la misión de la Iglesia, echando los fundamentos de un amplio apostolado laical y de un movimiento como Schoenstatt con un "carácter apostólico universal".

Los peligros que el hombre nuevo debe enfrentar son las falsas imágenes del hombre que se difunden en nuestro tiempo. El P. Kentenich las describe como "colectivismo" (el "hombre masa") y "naturalismo" (solamente atado al mundo natural; enceguecido a la realidad sobrenatural), y como las imágenes "vitalista, materialista y colectivista" de la persona humana. Afirmaba:

El vitalismo sostiene que el hombre, en su esencia, no es más que un manojo de instintos, un mecanismo de instintos o un animal altamente desarrollado. Para el materialismo el hombre no es otra cosa que un exponente original de la materia. El colectivismo considera al hombre como pieza reemplazable de una máquina. (Mi filosofía de la educación)

Dado el sinnúmero de falsas imágenes de la naturaleza del hombre, el cultivo de una nueva personalidad es una contribución esencial a sanar las enfermedades de nuestro tiempo.