El Santuario de Schoenstatt

El Santuario de Schoenstatt es un lugar de gracias. El hecho de la existencia de lugares de gracias es una realidad histórica y actual en la vida de la Iglesia. Dios elige determinados lugares para manifestar en forma especial su presencia y su acción.

P. Rafael Fernández

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El Santuario de Schoenstatt es un lugar de gracias. El hecho de la existencia de lugares de gracias es una realidad histórica y actual en la vida de la Iglesia. Dios elige determinados lugares para manifestar en forma especial su presencia y su acción. Dios no es "abstracto" en su pedagogía; respeta nuestra sicología; sabe que estamos hechos no sólo de espíritu, sino de cuerpo y alma. Por eso llega a nosotros a través de lo sensible. En este contexto "encarnacional" –"el Verbo se hizo carne"– se inscribe la pedagogía divina de los santuarios o lugares de gracias.

María sigue el mismo camino. Ella, la Medianera de todas las gracias, quiere manifestar su poder intercesor de modo especial eligiendo lugares en los cuales hace efectiva su poderosa intercesión. Lourdes y Fátima son muestras claras de esta realidad en este último siglo.
Schoenstatt es, antes que todo, un lugar de gracias. El origen de Schoenstatt como lugar de gracias o de peregrinación es diverso a muchos otros lugares de gracias, pues no se remonta a milagros, apariciones o hechos extraordinarios, como es el caso de la gran mayoría. Por otra parte, también las gracias que se reciben de María en él no son, en primer lugar, curaciones milagrosas, sino "milagros de transformación interior". María quiere mostrarse en su Santuario de Schoenstatt en modo particular como "Madre y Educadora", quiere darnos allí las gracias de un profundo arraigo en Dios; de una honda transformación interior en Cristo Jesús y de una gran fecundidad apostólica. ( > 38-41)