P. JOSÉ KENTENICH: NO VOY A ESPERAR 20 AÑOS- Por Enrique Soros

Enrique Soros, argentino, es miembro del Movimiento de Schoenstatt desde los 14 años. Es comunicador social, escritor, actúa como agente pastoral en la Arquidiócesis de Washington, donde reside con su esposa Erica y su hijo Martín. Aporta mediática y pastoralmente a la Iglesia de Estados Unidos, a proyectos pastorales y comunicacionales en Latinoamérica, colabora con el Consejo Episcopal Latinoamericano, es director del portal Church Report y es Consultor de la Comisión de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, representando allí nacionalmente a los Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades.

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“Queremos saber qué denuncias hay en los archivos del Vaticano sobre el exilio del P. Kentenich. Si hubiera graves denuncias las asumiremos. Nos importa sobremanera la verdad”, hemos escuchado expresar públicamente en diversos círculos de Schoenstatt.

Sobre las denuncias y la importancia de la verdad

Es que desde hace unas semanas son públicos los archivos vaticanos hasta 1958, año en que falleciera el Papa Pío XII. Entre esos archivos se encuentran los relativos al exilio del P. Kentenich hasta el año en cuestión. Los mismos fueron analizados e investigados por el Santo Oficio, Hoy Congregación para la Doctrina de la Fe, quien no encontró ninguna razón para efectuar una acusación oficial contra el P. Kentenich, razón por la cual no hubo ninguna razón para no rehabilitarlo en todas sus actividades y funciones en el Movimiento de Schoenstatt, hecho que sucedió en 1965.

A principios de julio se publicó en diversos medios nacionales de distintos países, e internacionales, en forma absolutamente distorsionada, graves calumnias contra el P. Kentenich, que si bien algunas están basadas en hechos concretos, poco o nada tienen que ver con la realidad. Esto motivó a que el obispo Stephan Ackermann, de Tréveris, diócesis en la que se encuentra Schoenstatt, constituyera con prontitud una nueva Comisión diocesana de Historiadores a los efectos de analizar los archivos vaticanos ahora abiertos, con el objeto de determinar si alguno no hubiera sido tomado en cuenta en el tiempo del exilio del P. Kentenich.

La investigación realizada por la comisión histórica anterior, durante el proceso diocesano de canonización del P. Kentenich, que abarcó toda la vida del Padre, exceptuando esos archivos a los que no se tuvo acceso a nivel diocesano, sigue vigente y, en principio, no será afectada por la nueva comisión, que muy probablemente habría sido creada de todas formas para investigar los documentos que ahora salen a la luz. Las denuncias simplemente habrían acelerado el proceso.

Ante tal decisión, Schoenstatt se ha mostrado agradecido y ha expresado de diversas maneras y en forma inequívoca, tanto a través de la Presidencia General, como a través de distintas comunidades e individuos, su deseo de que se conozca toda la verdad al respecto de las deposiciones sobre el P. Kentenich y denuncias en su contra.

Me parece excelente tal actitud. Muestra a Schoenstatt ante la Iglesia y el mundo tal cual es: amante de la verdad, como hijos espirituales del P. Kentenich, quien desde su más tierna infancia era apasionado por la honestidad y la verdad.

No me alcanza con decir media verdad

En primer lugar, cumplimos con lo que debe ser, el orden de ser, lo que corresponde. Eso es lo más importante. Querer conocer la verdad y partir de ella. Y como consecuencia, solo como consecuencia de actuar correctamente, conservamos la credibilidad ante la Iglesia y la sociedad. No salimos a defendernos, ni a atacar a quienes publican calumnias, por más obvia que sea la intención non sancta de la mayoría de ellos.

Pero, los que conocemos al P. Kentenich, los que lo conocemos muy bien, sus hijos espirituales, estaríamos pecando de mezquinos si nuestras declaraciones se redujeran a expresar que queremos conocer toda la verdad. No me refiero a quienes lo conocen intelectualmente y no se sienten deudores de nada, sino a quienes el conocerlo, nos ha transformado la vida. A quienes nos ha sacado de la mediocridad o de la angustia y nos ha conducido a la luz, a la paz interior; a quienes nos ha llevado a encontrar nuestra misión de vida, y nos ha movido a intentar vivirla a fondo, cada día, con alegría y con coraje.  

No, amigos, no se trata de defender al P. Kentenich, quiero que se entienda bien. Si creyéramos eso, creo que no entendimos nada. Se trata de dignidad personal. Una verdad a medias no es verdad. Por eso vemos que miles de schoenstattianos en el mundo reaccionan inundando las redes con mucha paz, dando su profundo testimonio de agradecimiento al Padre por ser un instrumento de renovación en sus vidas. Sin preguntas ni quejas, como dice la canción que dio vida a tantos corazones en los tiempos difíciles del exilio. El P. Kentenich no necesita que nadie lo defienda. Su ser, su integridad, su vida auténtica, generosa y transparente son su sello, luz para quien lo quiera conocer en serio.

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El P. Kentenich no necesita defensa

El P. Kentenich está con Dios. Él no necesita defensa. Ya pasó todas las duras pruebas. Ahora se trata de mi dignidad personal. Quiero que se sepa la verdad, aunque no me voy a dedicar a investigar los expedientes. Para ser claro, no me interesan. O, me interesan, en cuanto revelan las cruces por las que tuvo que pasar el P. Kentenich, y por cómo las enfrentó heroicamente. Porque lo conozco. Pero además de querer que se conozca la verdad, quiero dar mi testimonio personal. No me puedo callar. No solo por una cuestión de nobleza, sino también porque veo que cada vez más la Iglesia y el mundo necesitan de la renovación profunda y vital que ofrece su misión, su carisma.

¿Ya se conocían las denuncias?

Si bien recién ahora se abren archivos del exilio, eran conocidos en general los problemas de personalidad disfuncional de la Hna. Ana Pries, superiora general de las hermanas, y su lucha por el poder, ante la evidencia de su ineptitud para guiar una comunidad que crecía exponencialmente. Era una persona insegura y quería tener un rol tan protagónico en su comunidad, como el fundador. Por estas razones no se la tomaba muy en serio, lo cual le provocaba dolor y angustia. Desde aquí parten quejas y denuncias. También se sabía que corrían rumores de acusaciones sobre la integridad moral del P. Kentenich, que provenían de algunas otras hermanas . Ninguna tuvo sustento o peso como para que la Iglesia emitiera una denuncia formal contra el Padre.

Algunos de los libros que relatan estas circunstancias son: Mi sí es para siempre, de Margarita Wolff; La Historia del Padre Kentenich, de Hernán Alessandri; Rebelde de Dios, José Kentenich y su visión de un mundo nuevo, de Christian Feldmann, no schoenstattiano; Una vida al pie del volcán, de Doria Schlickmann, en alemán -de este libro existe una traducción no oficial al español, y pronto estará disponible la traducción oficial de la editorial Nazaret, Argentina; y Kentenich Reader, tomo 1, de Peter Locher, Jonathan Niehaus, Hans-Werner Unkel y Paul Vautiér.

En este último, por ejemplo, se lee en la página 71: “Durante la época del exilio se generaron rumores de que en su relación con las hermanas se habría cometido abusos en el área de la sexualidad, y por esa razón había sido desterrado”. El texto continúa indicando que a estos rumores (sin denuncias concretas), se debió el escrito de Kentenich “Apologia pro vita mea”.

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No se conoce ninguna denuncia sexual contra el P. Kentenich, salvo las mediáticas

Para conocer los hechos concretos y las denuncias contra el P. Kentenich, recomendamos ver el video de la entrevista al investigador y postulador de la causa de canonización de José Kentenich entre los años 1997 y 2017, P. Ángel Strada: www.bit.ly/PStrada1.

Al respecto de la denuncia mediática principal contra el P. Kentenich, de abuso sexual, expresa el P. Strada a partir del minuto 26:18 del video mencionado: “Yo lamento que la señora Von Teuffenbach haya publicado eso de una forma tan poco científica y tan poco seria. Ella no da ningún nombre, no menciona ningún documento, es difícil darse cuenta en qué consiste el ‘abuso sexual’… En ese tiempo, en ningún decreto, en ninguna carta, en ninguna alocución -y fueron varias-, el P. Tromp (Visitador Apostólico del Santo Oficio) hace la más mínima referencia a un abuso sexual.”

Y continúa: “Y un gran testimonio a favor de la integridad moral del Padre fundador es una carta de la superiora general de las hermanas, la Hna. Ana (Pries), cuando ya no es superiora, en Pentecostés de 1956. (Envió) una carta al Papa Pío XII, y una carta al Santo Oficio, cartas de 9 páginas y de 11 páginas. En esas cartas dice: ‘No tengo la menor duda sobre la integridad moral del Padre fundador. La pregunta mía respecto al principio paterno es si sus sucesores van a ser tan íntegros como él.’” Y remata Strada: “Este testimonio es enormemente importante”.

Cabe mencionar que esta acerción proviene de la misma hermana que, como superiora general, había provocado resistencia a la decisión del P. Kentenich de que su puesto no fuera ya vitalicio, sino temporal, y que por sus dificultades de relación, luego de haber renunciado por sí misma a dejar su puesto, había expresado quejas y denuncias contra el fundador.

Jamás fallé a la ley de la intocabilidad

A partir del minuto 37:15 del video en cuestión, el P. Strada recoge una declaración del Padre Kentenich sobre su integridad moral relacionada a la intocabilidad, principio fundamental en las comunidades de Schoenstatt: “Particularmente en el área sexual me atrevo a hacer mías, a mi manera, y delante de todo el mundo, las palabras del Señor: ¿Quién de ustedes puede acusarme con justicia y declararme culpable del más ínfimo desliz en el campo sexual? ¿Quién puede probar dónde, cuándo y cómo yo habría actuado en contra de la ley de la intocabilidad? Jamás sentí en toda mi vida la más minima inclinación a ello, y mucho menos, una tentación. Fueron cosas sin mérito propio, que me fueron regaladas. Por eso durante mi larga vida, jamás infligí en lo más mínimo la ley de intocabilidad, ni exterior ni interiormente, ni siquiera en el plano de la fantasía y del corazón”. 

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Unos simples pensamientos sobre los hechos relacionados con el exilio 

Para entender en cierta manera algunos puntos sobre el exilio, compartimos unas ideas simples al respecto:

  • El P. Kentenich fue exiliado como una medida administrativa, no punitiva, para permitir la investigación de Schoenstatt sin su interferencia.
  • La Iglesia nunca elevó una acusación en su contra.
  • El P. Kentenich pidió que se lo acusara formalmente de algo, para poder ejercer su defensa. El Santo Oficio no lo hizo.
  • El Santo Oficio tuvo solo una mirada sobre el tema. Nunca dio lugar a escuchar las respuestas del  P. Kentenich.
  • El P. Kentenich siempre creyó que la Iglesia tenía el derecho de investigarlo a él y a su Obra, poniéndolo a prueba.
  • El cardenal Alfredo Ottaviani, secretario del Santo Oficio, había emitido todos los decretos contra el P. Kentenich. Luego de la plena rehabilitación del P. Kentenich a su Obra, refiriéndose a su propia actitud en relación al P. Kentenich, afirmó el prelado: "Errar es humano, permanecer en el error es diabólico".
  • Al finaizar el exilio, el mismo cardenal Ottaviani colocó una imagen de la Virgen de Schoenstatt en su capilla.

 

Habría un hueco inaceptable

No me cuesta mucho imaginar un texto emanado de la diócesis de Tréveris dentro de unos años que diga algo como:

“La Comisión original diocesana de Historiadores que investigara los archivos inherentes a la canonización del Siervo de Dios, P. José Kentenich, no encontró ningún hecho que impida el avance de su proceso. Tampoco han encontrado impedimento alguno el visitador canónico, Monseñor Stein, representando a la diócesis de Tréveris; el visitador apostólico, P. Tromp, en nombre del Santo Oficio y el P. Albers, en nombre de la Congregación de Religiosos de la Santa Sede, a lo largo de los 14 años de exilio del P. Kentenich. Se ha investigado exhaustivamente al mencionado Siervo de Dios, su moral y su sistema pastoral, y no se ha encontrado nada que impida el total y libre ejercicio de su tarea como fundador del Movimiento de Schoenstatatt. Por su lado, la Congregación de la Causa de los Santos y la Secretaría de Estado llegaron a la misma conclusión al abrir el proceso de canonización del mencionado Siervo de Dios, después de la exhaustiva investigación que efectuaran antes de dar el Nihil Obstat a dicho procedimiento”.

“Por nuestra parte, como segunda Comisión diocesana de Historiadores, nombrada en julio 2020 por el obispo diocesano de Tréveris, Stephan Ackermann, hemos analizado minuciosamente los archivos relativos al exilio del P. José Kentenich, y coincidimos plenamente con las conclusiones de los organismos y personas mencionadas arriba. No hemos encontrado ningún documento que pudiera hacer dudar de la integridad moral del P. Kentenich”.

Quizás se agregue a la declaración diocesana algo como: “No solo no vemos nada que obste el avance del proceso de canonización, sino que destacamos el habernos encontrado con una persona de virtudes heroicas con una misión muy particular que responde a los acuciantes problemas de nuestra época”. Bueno, muy probablemente esta última frase no se exprese, pero no me cuesta nada imaginarla, haciendo mínimamente justicia al P. Kentenich.

De todas formas, se tendrá que esperar a que se abran también los archivos vaticanos hasta 1968, año del fallecimiento del P. Kentenich, para arribar, en mi opinion y certeza personal, a una conclusión similar.

Cuando se llegue a este momento, con palabras parecidas o con eufemismos verbales o actuales que permitan catapultar la causa a la Santa Sede, no quisiera festejar, habiendo sido alguien que solo quería saber la verdad. Es que iría en contra de mi propia naturaleza. En realidad, sería imposible que esto suceda.

No puedo esperar veinte años a dar mi testimonio de vida, hasta que “se sepa la verdad”. Ni la Iglesia, ni mundo lo merecen, ni estoy dispuesto a hacerlo.

Es que la verdad no reside solo en papeles.

Hay verdad en una mirada, en una sonrisa, en una escucha con el corazón.

Hay verdad en decisiones heroicas, en la humildad, en la aceptación de una dura cruz.

Hay verdad en la confianza, en la motivación al liderazgo, en la guía espiritual hacia la plenitud.

Hay verdad en la honestidad, en el respeto, en el silencio.

Hay verdad en la paternidad profunda, en la paz penetrante, en la fidelidad probada.

Hay verdad en la pureza mariana, en la educación liberadora, en la integridad plena.

Hay verdad en el silencio heroico, en el anonadamiento, en el amor radical.

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El P. Kentenich y mis crisis

En mis tiempos de juventud, donde una angustia eterna me torturaba el alma por años, hice todo lo posible para superarla, y de todas las opciones que buscaba, nada ayudaba. Pero dos cosas me sostuvieron en ese tiempo de dura prueba, que parecía que no terminaría más, y me ayudaron esencialmente a superarla. Una: en los peores momentos pensaba en P. Kentenich y lo ubicaba en campo de concentración. Él había decidido no hacer nada para evitarlo, incluyendo el no firmar una solicitud de exención al campo por graves razones de salud -le faltaba un pulmón, y no sería apto para el trabajo esclavo en el mismo-. Pero a la luz de la fe práctica en la divina Providencia, aceptó la cruz sin hacer nada para evitarla. Y yo pensaba tanto, si vos pudiste eso, lo hiciste por tu famiia y con ella, en una unidad profunda de corazones, y saliste exitoso, ¡cómo yo, con vos, no voy a salir de este oscuro túnel interminable!

Lo segundo que me ayudó a superar mi tormento, fue la pedagogía y sicología del P. Kentenich. La conocía muy bien, y la puse en práctica. La pedagogía de los vínculos afectivos, que fortalecen la estabilidad emocional: relacionarme, salir, brindarme con alegría en el apostolado… Y el mundo de lo orgánico, luchar por todo aquello que genera equilibrio en la personalidad, y no caer en compensaciones por aparente fracasos. Lo intenté todo, con una gran confianza en que funcionaría. Pero no, no funcionaba, no había avances, y la vida era insoportable. Por último, de todo el profundo complejo orgánico desarrollado por el Padre, que siempre parte de la vida, hay una palabra muy sencilla que logró ayudarme a la liberación: “Todo proceso orgánico va de adentro hacia afuera, de una totalidad orgánica germinal a otra totalidad orgánica, más global (no queda en compartimentos estancos, como el mecanicista), y este proceso es lento”. La última palabra es la que me dio una tremenda confianza: el proceso orgánico es lento. Con paciencia y lucha constante por la superación lo lograré. Y así sucedió. Luego de un largo e interminable período de luchas, pude salir totalmente del túnel, y jamás volví a experimentar sufrimientos similares.

Existen algunas estatuas del P. Kentenich. Nunca vi que lo pusieran en un pedestal. Siempre con los pies bien en el suelo, como todo el mundo. Si bien fue muy sobrenatural, fue también increíblemente humano, en su trato, pero también en sus conceptos teológicos, espirituales, ascéticos, bajados a la realidad humana. Pero no tiene pedestal, porque no hay pedestal en los corazones. Su persona, su ejemplo y su pedagogía me ayudaron a encontrarme profundamente a mí mismo. Y no, no tiene ningún pedestal, porque lo llevamos en el corazón.

Ambos temas tuvieron algo que ver con el exilio

Interesante que ambas experiencias tuvieran que ver de alguna forma con el exilio del Padre. La Iglesia preconciliar no pudo entender el valor de una persona como camino a Dios Padre, ni el valor de los procesos sicológicos y pedagógicos para encontrar los caminos de realización personal.

Un tema que el visitador puso en el tapete, era que la persona del P. Kentenich era “demasiado importante para las hermanas”. Es que el fundador vio que no estaba llamado a ser un indicador en el camino, ni tampoco ser simplemente un buen ejemplo para los suyos, sino que Dios les llamaba a que la Alianza de Amor con María, la vivieran en unidad de corazones, con el objeto de que esa unidad, y el sentimiento profundo de filialidad, sea transferido a Dios, permitiendo a la persona que la relación con Dios no quede en cumplimiento de obligaciones, sino que se transforme en una experiencia profunda con Él, de corazón a corazón. Exactamente esta fue y es mi experiencia.

En lo referente al mundo orgánico, que se contrapone al mecanicista, de la burocracia, de la estructura, del cumplimento vacío de obligaciones, de pompas, documentos y legalidad, el P. Kentenich escribió una carta larga a los obispos alemanes explicando que del pensar, amar y vivir orgánico depende el futuro de la Iglesia, y por ende, del mundo. Lo orgánico integra magistralmente la naturaleza y la gracia, lo humano y lo divino, la razón y el afecto, en el grado querido por Dios, mientras que la tendencia protestante, mecanicista, arraigada en círculos de la Iglesia, separa al mundo de Dios, lo humano suele verlo como pecado o como la negación de Dios, y en vez de respetar los procesos sicológicos, pedagógicos, sociológicos, los reemplaza por versículos de la Biblia, o por textos de doctrina, quitándolos de contexto, absolutizándolos. Una Iglesia legalista anterior al Vaticano II no lo pudo entender, y esto disparó el exilio del P. Kentenich a Milwaukee.

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¿Por qué seguir a un fundador en el exilio?

No es nada agradable que el fundador de tu movimiento sea investigado por la Iglesia, ¿no es cierto? Pues te diré que si hoy conoces Schoenstatt, es en gran razón por las dos mil Hermanas que confiaron en el P. Kentenich, y fueron voluntariamente al exilio con él. Pues déjame decirte que es también porque miles de laicos descubrieron que Dios le encomendó al fundador una misión importante para la Iglesia, y ellos también quisieron ser parte de su destino. Y te explicaré que es también gracias a que cientos de sacerdotes y seminaristas arriesgaron su reputación y su futuro en la Iglesia, siguiendo a un exiliado, porque confiaron en que ese fundador, a quien sentían como padre y como guía, no solo era íntegro, sino que tenía algo importante que decir, de lo cual se sentían compelidos a participar. Ninguno de ellos esperó al fin del exilio y a su restitución total a su Obra.

No cuestionaron, no desesperaron. Tuvieron fe, pero no idílica, sino basada en una persona en quien confiaban. Su tarea fue santificarse, abrazar la cruz, y proyectar a la Iglesia y al mundo las gracias que María regala en sus santuarios de Schoenstatt. Siempre los admiré profundamente. Hoy, puedo seguir sus pasos y su compromiso, en un tiempo de pruebas mínimas, comparadas con el exilio del fundador, pero pruebas al fin.

El P. Kentenich está más sereno que todos nosotros

Quedé shockeado, como muchos, cuando escuché las calumnias que se publicaban contra el P. Kentenich. Y una imagen me dio mucha paz. Me puse en la situación en la que se le dijera al P. Kentenich que “mañana se publicarán graves calumnias contra su persona, contra su esencia más profunda, y la replicarán medios internacionales. Aquí hay un botón. Si usted lo aprieta, nada de esto se publicará”. ¿El P. Kentenich lo habría apretado?

Yo no lo dudo. No lo habría tocado. Porque nunca evitó “lo que se venía”. No evitó ir al campo de concentración. No evitó el exilio, y en realidad, lo aceleró y lo prolongó con su decision de expresar a conciencia, respetuosa y tozudamente, sus puntos de vista a la autoridad eclesiástica. Vivió en una profunda certeza de que Dios tiene las riendas de la historia en sus manos. Se sintió llamado a construir con Dios, y una de las formas de construcción, es no obstruir sus planes. Y allí entra en juego exclusivamente el discernimiento personal y la conciencia. Y pienso, si él, en medio del dolor, estaría con profunda paz en el corazón, ¿por qué debo preocuparme yo?

Desde el punto de vista humano, la publicación de calumnias sobre una persona inocente es gravísimo y terrible. Desde la visión de Dios, todo se ve distinto. Solo Él sabe por qué lo permite. Pero no tengo duda que redundará para bien. Personalmente creo que este tema porpulsará el interés de personas nobles de conocer a fondo el carisma del P. Kentenich y acelerará su causa de canonización.

Así como el P. Kentenich estaría totalmente calmo, así deberíamos estarlo sus hijos espirituales. ¿Por qué? Es que no se trata de nuestra causa, en absoluto. Si es la causa de María, como el P. Kentenich acostumbraba a manifestar, pues ella se glorificará, como se glorificó siempre en todas las pruebas. Así de simple. Y si a la Iglesia le interesa su aporte, pues lo tomará, si no le interesa, no lo tomará. Así de simple.

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Con el diario del lunes todos somos Gardel

Con el diario del lunes, todos somos unos genios. Sabemos lo que habría que haber hecho, y a veces lo publicamos para que el mundo se entere. Una auténtica y honesta evaluación de actitudes de otras personas no se hace con el diario del lunes en la mano.

A mí me suena más en el alma tener presente cómo el P. Kentenich enfrentaba los imprevistos, las crisis, los problemas, por más difíciles que fueran. Sabemos que pudo ser un gran educador porque se ponía siempre en la situación del otro, para entenderlo no desde sus propias categorías, sino desde el alma del otro. El mismo punto de partida es esencial para crear un espíritu de familia. Entenderse mutuamente, en el amor radical. Siempre tratando de comprender al otro, de apoyarlo. Pensando en la familia de Schoenstatt, esto vale para todos, pero opino, especialmente cuando se trata de quienes aceptaron cargos de mayor responsabilidad al servicio del Movimiento y llevan en sus hombros un peso que nos aliviana a todos.

Esto no signifca no expresarles nuestras opiniones. Al contrario, significa expresárselas. ¿De qué forma? A mí me llama siempre la actitud con la que el P. Kentenich lo hacía: con honestidad, claridad, respeto y amor, y a la vez, protegiendo a esa autoridad ante los demás. Es el estilo de relación con la autoridad que imprimió nuestro fundador en nuestras comunidades.

En plena comunión, como familia

Quisiera expresar mi solidaridad con aquellos que se sintieron defraudados por no saber de las denunicas contra el P. Kentenich, y a la vez, expresar mi cercanía y profundo agradecimiento a la Presidencia General de Schoenstatt y a todos aquellos que recbieron quejas por la misma razón. Me apasiona el ver la importancia del federalismo de Schoenstatt. Cada comunidad es independiente, y tiene la libertad de actuar y expresarse como lo crea más conveniente. Schoenstatt no tiene a nadie que diga lo que hay que hacer, no tiene voz única. Y eso se debe a los principios de dirección del P. Kentenich, que resume en: “Libertad, tanto cuanto sea posible. Obligaciones, solo -pero que no falten- las necesarias. Y el mayor cultivo del espíritu posible".  La Presidencia General tiene como tarea encauzar la vida, coordinar, pero siempre favoreciendo la identidad y libertad de cada comunidad. El secreto de la unidad en Schoenstatatt no radica en la estructura, sino el espíritu de unión de corazones y de misión en la Alianza de Amor.

Se lo va a conocer por quienes le aman

No creo que de nosotros dependa generar estrategias de acción. Esto es algo que nos supera totalmente y está en las manos del Dios todopoderoso. Más vale, nuestro desafío consiste en seguir siendo quienes somos, dar testimonio profundo de vida, en la conciencia de que, junto con muchos otros, tenemos algo importante que aportar a una Iglesia en salida, una Iglesia que salga de las sacristías, que no sea autoreferente, una Iglesia que llegue a las periferias existenciales, fuera de su zona de confort.

Conocemos el precio de la osadía, pero “quien tiene una misión, ha de cumplirla”. PJK

Pueden golpear al P. Kentenich. Pueden darle duro, muy duro. Pero no lo harán caer. Él no es de cristial, él es de granito, como dijera la Hna. M. Elizabet. Humano, bien humano, cálido, cercano, pero su temple es de roca dura.

Ojalá que muchos más tengan el deseo de conocer su carisma, su misión.

Canonícenlo ustedes, nos alentaba el Papa Juan Pablo II. No queremos acelerar procesos. Queremos que la Iglesia se tome todo el tiempo que juzgue necesario. No tenemos apuro. 

Y de algo estoy seguro. A una persona no se le conoce por libros o decretos de santidad, sino por el testimonio vivo de quienes le aman. Al P. Kentenich se lo va a conocer no por lo que hagamos, sino por nuestra transparencia y fidelidad radical a nuestro gran amor: María y Jesús, en la Alianza de Amor.

Definitivamente, no esperaré veinte años a decírselo a todo el mundo.

Por Enrique Soros

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Comentarios
Total comentarios: 20
16/08/2020 - 12:48:52  
Dios lo bendiga por su aporte. MPHCEV

Hna. Ma. Dolores
Ecuador
08/08/2020 - 14:33:36  
Gracias Enrique por tus palabras, por tu valentía y fidelidad de hijo, que tanto bien nos hace al sentirnos reflejados.
Damos gracias a Dios Padre por habernos permitido conocer al Padre Fundador y ser sus hijos espirituales.
Que la Mater interceda mucha Luz en su causa, para que muchos hombres y mujeres, jóvenes y niños que viven la orfandad, el dolor, la falta de hogar, puedan conocer el rostro de un Dios misericordioso, con su historia de vida y su pedagogía orgánica.

Cristina y Eduardo Colombo
Argentina
08/08/2020 - 14:22:06  
Enrique, estoy totalmente de acuerdo con Marcelo Moviglia, gran abrazo gran.

Tarcisio
Srgentina
08/08/2020 - 12:53:33  
Muy interesante y refrescante.
Seguramente el P.K. no hubiera apretado ese botón, como bien lo dice. Somos miles los que hemos tomado la pedagogía del Padre como estilo de vida, y si, nod ha sacado adelante para vivit en este mundo tan cambiante.
Muchas gracias por compartir.

Noemi
México
08/08/2020 - 12:39:41  
Gracias por expresar con tanta claridad lo que sentimos muchos, y hacerlo con sosiego y respeto al camino que cada uno debe seguir para encontrarse, aunque sea nuevamente, con el PK. Hoy, como en tantas ocasiones de la vida de nuestro padre, su liberación dependerá de nuestra unidad como familia.

Miguel Lasso de la Vega
España
08/08/2020 - 11:36:01  
La libertad es una característica de Schoenstatt.
Por eso celebro la libertad en Sch.vivo.
Pero en algunos puntos discrepo: Contraponer una Iglesia "preconciliar" a una "conciliar" es casi pensar mecanicistamente. La Iglesia, con sus virtudes y santidades, es una, sino pareciera que el Espíritu Santo vino sólo en el Concilio! (al que adhiero totalmente además), que es muy cuestionable.
En lo personal cualquier creyente puede considerar santo a quien desee. Pero es sólo la Madre Iglesia con la beatificación y finalmente y de forma solemne con la canonización que lo hace público. Y la causa del PK está en una fase complejísima y que deberemos escuchar lo que Trier y Roma digan, por tanto señalar (a priori) que son "calumnias" me parece imprudente y temerario. Dejemos que se investigue profundamente para opinar: Prudencia.

Alejandro Mendoza
Bs.As.
07/08/2020 - 20:19:39  
Que gran testimonio Enrique! Sus palabras inspiradas tuvieron mucha repercusión en tantos que nos sentimos muy hijos del Padre y hemos depositado en él toda nuestra confianza como hombre de Dios y de la Mater. GRACIAS!!

Hermana Maria Pilar Carrere
Argentina
07/08/2020 - 17:23:12  
EL SR. EDUARDO ARNOUIL CRITICA SIN DAR DATOS PRECISOS. ME GUSTARÍA SABER A QUÉ ERRORES SE REFIERE. Conozco la historia y no los encuentro... Gracias, sería interesante a fin de enriquecer nuestro saber.

INES AGUILAR
ARGENTINA
07/08/2020 - 17:11:21  
IM-PRE-SIO-NAN-TE !! Digno hijo del PK. Gracias por compartirlo

Diego B
Paraguay
07/08/2020 - 14:18:31  
Gracias, Enrique, por compartir tu experiecia y tu verdad. Igualita a la mía...no necesito ninguna prueba para que el P. JK siga siendo "el lazo humano de amor que me atrajo y unió al buen Dios" y me hizo la hija de un único y gran amor.

Ani
Py
07/08/2020 - 11:35:23  
Una de las fuentes citadas por Enrique Soros es el libro "La Historia del P. Kentenich", edición corregida y aumentada por el P. Juan Pablo Catoggio, original del P. Hernán Alessandri. En la edición original, el P. Hernán dice que algunas hermanas "menos equilibradas" le contaron al visitador ciertas cosas que se hacían en la comunidad. En la edición corregida y aumentada por el P. J. P. Catoggio, la expresión "menos equilibradas" fue suprimida, tal vez por consideración a las Hermanas de María, o porque -como dijo el P. Aguirre en su testimonio-, es más importante la caridad que la claridad. Decir "menos equilibradas", sin embargo, es sólo constatar un hecho objetivo, en el contexto de una historia real. Ser equilibrados, mental y emocionalmente, es una meta a la que aspiramos, pero a la que no siempre llegamos. Tener la humildad de reconocerlo es un paso a la sanación. El mismo P. Kentenich habla de su desequilibrio en la juventud, del cual la Mater lo sanó, humanizándolo.

Maria Isabel Herreros Herrera
Viña del Mar, Chile
07/08/2020 - 06:52:29  
Excelente tu escrito.
Es para leer y releer
Gracias!
Servus Mariae nunquam peribit

Paula Santos de Lamattina
Argentina
07/08/2020 - 00:29:45  
Inspiradas palabras
Gracias

John
USA
06/08/2020 - 22:14:52  
Definitivamente los comentarios de Enrique sobre la historia adolece de muchos errores.

Eduardo Arnouil
Australia
06/08/2020 - 17:57:02  

Un testimonio personal valioso de Enrique pero la narrativa relacionada con Schoenstatt tiene imprecisiones derivadas quizás de no haber tenido acceso a los decretos, documentos y disposiciones escritos en latín o alemán.

Eduardo Arnouil
Australia
06/08/2020 - 12:28:47  
Excelente testemunho, Henrique Soros. Mphcetv!

P. Manuel Ribeiro Alves
Portugal
06/08/2020 - 11:14:10  
Gracias por haber expresado lo que muchos sentimos en el corazón y llevamos impregnado en el alma. Me siento hija de esta familia, la familia espiritual que Dios me regaló y me siento hija del Padre Kentenich quien también me ha acompañado fielmente y me sigue acompañando en los momentos más difíciles y en las crisis a lo largo de mi vida. MPHCEV !!!

Marcia Potes
Ecuador
06/08/2020 - 10:55:53  
Maravilloso me siento absolutamente identificada con lo escrito.

Maria Angelica Fuentes.
Chile
06/08/2020 - 10:44:56  
Muchas gracias!

Patricia
Uruguay
06/08/2020 - 08:56:20  
Muchas Gracias Enrique por esta síntesis clara y profunda de nuestro sentir como familia. En y con nosotros se juega liberar el carisma de nuestro Padre, ¡ Ahora !

Marcelo Moviglia
Argentina
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