09. El peligro de “encerrarse” en el santuario

P. Rafael Fernández

Imagen foto_00000003Los schoenstattianos están fuertemente vinculados a su Santuario. Ven en él su hogar espiritual y el taller donde María los transforma. En el santuario reciben también las fuerzas y el impulso para comprometerse apostólicamente. "Encerrarse" en el Santuario sería una contradicción y un claro signo de no haber comprendido lo que es y pretende ser Schoenstatt.

El Movimiento de Schoenstatt es un movimiento de Iglesia; tiene como lema y característica la frase que está inscrita en la tumba de su fundador: "Dilexit Ecclesiam", amó a la Iglesia. Es decir, el Movimiento se sintió y se siente profundamente miembro de la Iglesia y quiere ser garantía, en medio de la Iglesia, del amor a ella y de la unidad en ella. Su misión, como la de la Iglesia, es evangelizar. Por eso decimos que, en el santuario, María nos regala la gracia del envío y la fecundidad apostólica.

Tener una identidad propia, fruto de un carisma propio –distinto, pero no contrario al de otras comunidades–, no puede ser considerado como un "encerrase" o aislarse del resto de la Iglesia. Al contrario, en el Cuerpo de Cristo existen muchos miembros; cada cual tiene su originalidad y función propia, y de esta forma están cada uno al servicio del todo. Una concepción "monolítica" o "niveladora" de la Iglesia es tan contraria a su naturaleza como el "individualismo" o "aislacionismo" eclesial. Schoenstatt aboga por una concepción "orgánica" de la Iglesia; la considera como Familia de Dios y Cuerpo de Cristo. En él cada miembro está llamado a regalar lo que Dios le ha dado para la edificación del todo. Y esto es lo que Schoenstatt procura hacer.