El pasado y el 2014

Lo bueno de pensar en una gran Jubileo, es que nos impulsa a pensar no sólo en el origen de nuestro movimiento, en su pasado, sino que hace que hagamos una introspección en nuestro presente para así poder proyectarnos hacia la Iglesia de las Nuevas Playas, hacia el futuro.

| Cecilia Sturla Cecilia Sturla

 

Lo bueno de pensar en una gran Jubileo, es que nos impulsa a pensar no sólo en el origen de nuestro movimiento, en su pasado, sino que hace que hagamos una introspección en nuestro presente para así poder proyectarnos hacia la Iglesia de las Nuevas Playas, hacia el futuro.

Lo primero que se me ocurre pensar en cuanto el pasado, es que nuestro Padre Fundador nos marcó el camino de una manera vital y trascendente. Para que el fuego del primer amor hacia Schoenstatt y su misión no se extinga, debemos volver a fundar siempre de nuevo. Y es así como la historia de nuestro movimiento cobra una dimensión tremenda: los primeros congregantes no son para nosotros sólo unos adolescentes entregados hasta la muerte, sino que nos enseñan cuál debe ser nuestra actitud como cristianos: la entrega de "lo grande, de lo más grande" para que florezca el Reino de Cristo en la tierra. Y si bien en nuestros países latinoamericanos no tenemos una guerra que luchar para entregar nuestra vida, sí el mundo con su constante desarrollo y con su política de "muerte", nos provoca a que constantemente y en el día a día, realicemos ese ideal y esa lucha de los primeros congregantes a ofrecer la vida por lo que pensamos que es justo y digno. La lucha no es en el frente, sino en la vida. Quizás no sea cruenta como en el ´14, pero sí es tan violenta como la guerra de trincheras. Nuestro enemigo no lo vemos ni lo sentimos de manera tan palpable, pero sí lo sufrimos en la violencia desmesurada de los medios y del capitalismo y consumismo salvaje que hace que nos despersonalicemos lenta y gradualmente. El desafío hoy de la autoeducación nos urge a mirar siempre a nuestros héroes: ellos supieron vencer las dificultades de manera preclara, a pesar de las dificultades que tuvo cada uno. Esta refundación es lo que hace que Schoenstatt sea tan especial. Todos los que pertenecemos a Schoenstatt, conocemos su historia, pero para nosotros la historia no es una sucesión de hitos y de fechas, sino algo vivo que nos enseña constantemente a volver al espíritu de los primeros para que su entrega y su espíritu no muera en algo pletórico de ideales pero con poco fundamento "in re".

El jubileo del 2014 nos invita a reflexionar sobre el pasado de esta manera. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de perder de vista lo verdaderamente importante y quedarnos sólo con el festejo, que después se lo va a llevar el tiempo y lo único que nos va a quedar de él son los recuerdos vividos.

Para que un Jubileo marque un hito y sea impulsor de vida nueva, debe ser algo reflexionado y asumido desde todos sus ángulos. Y el pasado es lo que nos va a conectar con las fuentes que le dieron origen y que hicieron que hoy nos estemos comunicando a través de la Red y que Schoenstatt haya cambiado la vida de tantas personas a lo ancho del mundo. Pero un pasado lleno de vida que hace que vivamos la Alianza "creativamente" desde los cimientos originarios.

La Historia para nosotros es algo vivo y nos enseña constantemente. Que el testimonio de quienes nos dieron origen siga impulsándonos hacia la Iglesia que nuestro Fundador pensó para esta época llena de desafíos y cambiante como el mar. Asumimos la herencia en nuestra vida diaria, y en la Alianza de Amor encontramos las fuerzas y la alegría para que el Ideal del hombre nuevo en la nueva comunidad no decaiga y lo busquemos desde el trabajo cotidiano.

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