Para el 2014

Por Cecilia Sturla Estuve leyendo y escuchando atentamente los testimonios que han publicado con "Qué espera para el 2014" y ese ejercicio de lectura hace que Schoenstatt Vivo sea una buena oportunidad para constatar en qué andamos los schoenstatianos, vale decir, cuáles son nuestras inquietudes, anhelos y problemas. Lo que uno hace por lo general para organizar un jubileo es proyectarse de acuerdo a sus fortalezas, pero también de acuerdo a las debilidades...  

| Candelaria Valdés Raczynski Candelaria Valdés Raczynski

Por Cecilia Sturla

Estuve leyendo y escuchando atentamente los testimonios que han publicado con "Qué espera para el 2014" y ese ejercicio de lectura hace que Schoenstatt Vivo sea una buena oportunidad para constatar en qué andamos los schoenstatianos, vale decir, cuáles son nuestras inquietudes, anhelos y problemas. Lo que uno hace por lo general para organizar un jubileo es proyectarse de acuerdo a sus fortalezas, pero también de acuerdo a las debilidades...

En lo personal, creo que Schoenstatt tiene la llave para saber interpretar el curso de la historia y darle una respuesta desde la vida misma. Porque el pensamiento del Padre Kentenich no queda en "mostrar el panorama de deshumanización de occidente", sino y sobre todo, mostrar que frente a ese panorama áspero, denigrante y ateo, en nuestra Madre y Reina tenemos unas ayuda que nos rescata de estos males. Ella es la vencedora de las herejías antropológicas, con lo que en la Alianza de Amor, tenemos un seguro para por lo menos "ver" esas herejías que son tan poco visibles a los ojos del mundo.

Y el 2014 representa una fecha "bisagra", es decir, no es sólo el festejo de la fecha en sí, sino lo que dejará ese festejo a la luz de los próximos 100 años.

¿Qué estamos haciendo como schoenstateanos en nuestros ámbitos? ¿Cuál es nuestra meta para regalar efectiva y activamente el pensamiento de nuestro Fundador a la Iglesia y también más allá? ¿Es nuestro estilo de vida acorde a la época actual? ¿Somos creativos a la hora de vivir la Alianza de Amor, o nos quedamos en formulismos clásicos para no desentonar con nuestro ambiente?

Una de las cosas que a mí me apasionó de la vida del Padre Kentenich, fue su tremenda obediencia a la Iglesia. Y eso lo hizo actuar con una osadía poco común, una osadía que lo llevó 14 años al exilio. Y quizás una de las cosas a las que más le tengo miedo en el futuro, es que perdamos esa osadía y nos conformemos con lo "estandarizado", con el aburguesamiento del "católico macanudo", como dice un amigo mío cuando hace referencia a una buena persona que no tiene inquietudes ni de cambiar el establishment ni de ir contra la corriente ni siquiera cuando las cosas se ponen feas desde lo moral y político... que va a misa y cumple los preceptos y con eso cree que cumple "con Dios y con la Patria".

Lo cierto es que tenemos aún una deuda para con a Iglesia y con el mundo que por suerte todavía no la cumplimos. Y esto es empapar más la vida del hombre posmoderno con el pensar, vivir y amar orgánicos. Pero para esto debemos tener un espacio donde como schoenstateanos pensemos realmente dónde estamos y hacia dónde nos queremos encaminar para darle forma vital al pensamiento del Padre Kentenich, que fue de todo, menos un "católico macanudo". Un espacio en el cual "vitalicemos" las fuerzas que nos dieron origen para poder llegar a iluminar los próximos 100 años de historia.

Debemos llegar a los ambientes en los que vendría bien una cuota de humanismo cristiano y específicamente schoenstateano.

Siempre me gustaron los testimonios de los primeros schoensateanos "de pura cepa". La generación de "La Primera Legión" en Chile, en Argentina la que sacó el curso de sacerdotes del calibre de un Horacio Sosa, Ángel Strada, Esteban Uriburu, Guillermo Carmona... del Instituto de las Hermanas, mujeres tales como la Hna. Regina, Hna. Fiatis, Hna. Cristvera, del Instituto de Familias, los Lavini, Afronti... que se puede decir lo que quieran de cada uno de ellos, pero es impresionante escucharlos porque nos muestran una entrega sin doblez y sin miramientos de ningún tipo. Schoenstatt los cautivó y lucharon unos y luchan los otros hasta el cansancio y sin pensar en el cansancio mismo. Ése es el espíritu que quiero yo para las generaciones jóvenes y de allí no me muevo. Es la osadía de nuestro Fundador la que quiero imitar. Porque sólo el morir gana la batalla. No la época ni el mundo.

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