Una alianza de amor con María

María desempeña en Schoenstatt un papel central, tanto en relación al fin mismo de Schoenstatt, como a la tarea histórica que éste posee, y a la fuerza creadora con que cuenta.

P. Rafael Fernández

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María desempeña en Schoenstatt un papel central, tanto en relación al fin mismo de Schoenstatt, como a la tarea histórica que éste posee, y a la fuerza creadora con que cuenta.
La superación del hombre viejo, la instauración del organismo de vinculaciones, todos los fines de Schoenstatt implican una tarea marcadamente mariana. Schoenstatt tiene en María la gran señal de luz y esperanza que Dios mismo ha hecho brillar en el horizonte de nuestra época, con el fin de vencer las herejías antropológicas, renovar la Iglesia y crear un mundo nuevo.
Cristo no llevó a cabo la redención solo, sino que quiso tener a su lado, en forma especialísima y única, a María. El la llamó a ser su compañera y colaboradora en toda su Obra redentora. María está al inicio de la redención al dar su "sí" a la encarnación del Verbo. Dios la eligió aún muy joven, para confiar a ese sí el vuelco más decisivo de la historia: la venida del Mesías. Con ello María no realiza un acto que sólo le concierne a ella: es toda la humanidad la que está pendiente de ese "sí". Un "sí" que nos compromete a todos. María estuvo junto a la cruz como co-redentora, co-sufriendo y co-ofreciendo junto a Cristo. El Señor la proclama desde la cruz verdaderamente Madre nuestra al decir a Juan: "he ahí a tu Madre", y a ella, "ahí tienes a tu hijo".
Ahora bien, María no sólo fue la socia y compañera del Señor durante su vida en la tierra. El Señor no podía dejar de tenerla en el cielo junto a sí con cuerpo y alma. Esa misma presencia con que acompañó los primeros pasos de la Iglesia naciente, quiso seguir entregándosela con su amor, sabiduría y poder de Madre mientras ésta peregrina a través de los siglos. Como Medianera de todas las gracias, asunta en alma y cuerpo al cielo, reina junto a Cristo.
Es Dios quien establece la modalidad de la redención. Es él quien imprimió a la redención una modalidad esencialmente mariana. Schoenstatt trata de comprender por qué él lo quiso así y de acoger consecuentemente su voluntad. Schoenstatt es un Movimiento mariano, porque quiere acatar el orden objetivo de Dios en toda su amplitud y sacar de él todas las consecuencias aplicándolas en la práctica.
Por María a Cristo
El carácter marcadamente mariano de Schoenstatt nace de su historia y significa que Cristo quiere que nos encontremos allí con él y con su Padre a través de la persona de María. El ha querido manifestar su poder por el poder que él mismo ha querido poner en la mediación de María.
Significa, además, que desde su origen, María tomó posesión del terruño de Schoenstatt; y que está espiritualmente presente en él; que ha establecido en él su trono de gracias y que, desde allí, actúa y manifiesta su poder de Reina.
Significa además, que la misión que Cristo quiere anunciar desde el Santuario es eminentemente mariana. Todo lo que Schoenstatt es y todo el misterio de su Santuario y de su misión debe entenderse, en último término, a la luz del misterio y de la misión personal de María. El hombre nuevo que Schoenstatt pretende formar, es un hombre eminentemente mariano, en el sentido que encarna –a semejanza de María– la armonía entre la naturaleza y la gracia. Y ese hombre nuevo es, a la vez, forjado por el poder de educadora de María, como Madre de la Iglesia y Madre nuestra. Dios quiere que María se manifieste en nuestro tiempo especialmente en y desde su Santuario de Schoenstatt como la gran educadora que vence las herejías antropológicas de nuestro tiempo e instaura, como Compañaera y Colaboradora de Cristo, el Reino del Padre aquí en la tierra.
Schoenstatt de vivir la alianza bautismal. En ella se expresa y se garantiza nuestra alianza con la Santísima Trinidad. Entendida así, es "la fuente de la vitalidad y el centro de la espiritualidad de Schoenstatt", el corazón de Schoenstatt.
El amor a María, expresado en esta Alianza, se transforma en el medio más rápido y seguro de vivir en un contacto vivo y permanente con el Dios de nuestra vida y de nuestra historia. Por la Alianza de Amor nos convertimos en "Familia", pues todos los que sellan la Alianza se saben y sienten hijos de María y, por ello, hermanos entre sí.
De esta Alianza de Amor, vivida en profundidad, nace también una fuerte conciencia de misión; lleva a quienes la sellan, a convertirse en eficaces instrumentos en manos de María para colaborar con ella en la renovación religioso-moral del mundo. Por esta Alianza de Amor Schoenstatt realiza su compromiso de construir la historia en dependencia y contacto filial, libre y total con Cristo, el Señor de la historia, a través de María, su Colaboradora permanente.