La Confederación Apostólica Universal

Z- El tercer Fin de Schoenstatt: La Confederación Apostólica Universal (CAU)

Con el nombre de "Confederación Apostólica Universal" (CAU), el Padre Kentenich describe el tercer fin de Schoenstatt: promover la unión y coordinación de todas las fuerzas apostólicas – a nivel diocesano, nacional e internacional-

P. Rafael Fernández

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Con el nombre de "Confederación Apostólica Universal" (CAU), el Padre Kentenich describe el tercer fin de Schoenstatt: promover la unión y coordinación de todas las fuerzas apostólicas – a nivel diocesano, nacional e internacional- en todos los campos, para abordar en común y eficazmente el desafío y la tarea evangelizadora de la Iglesia, de cara a la nueva cultura emergente.

En 19126, el P. Kentenich asumió esta finalidad de san Vicente Pallotti, pionero del apostolado de los laicos y fundador de la Sociedad del Apostolado Católico.
Él hizo suya la idea y la misión de san Vicente Pallotti en los inicios del Movimiento (1916), confiando en la Alianza de Amor con María en su Santuario.
La persona de san Vicente Pallotti
Vicente Pallotti es el fundador del Apostolado Católico y de la Sociedad del Apostolado Católico, (Padres Palotinos). Nació en 1795 y falleció en 1850. Sus ideas principales al fundar esta Obra, en 1835, eran: 1) la creación de una organización universal del apostolado que abarcara el mundo entero y que ayudara a la Iglesia a cumplir su tarea en los nuevos tiempos. 2) Y, posteriormente, en 1846, la formación de una comunidad sacerdotal mariana, sin votos, que estuviera al servicio de este apostolado.
El Papa Pío XI lo llamó "el precursor de la Acción Católica". Fue canonizado el 20 de enero de l963 por el Papa Juan XXIII.
San Vicente Pallotti fundó la Sociedad del Apostolado Católico (SAC), o Padres Palotinos, como parte motriz y central del "Apostolado Católico". Después de la muerte del fundador se dedicaron a diversas obras apostólicas.
En Alemania se orientaron a las misiones en Camerún, Africa. El P. Kentenich ingresó a la SAC. Por su enfermedad al pulmón, sin embargo, debió permanecer en Alemania. Posteriormente, él vio en Schoenstatt una posibilidad concreta que Dios ofrecía a la Sociedad del Apostolado Católico de recuperar la idea original de Pallotti. Los acontecimientos llevaron a los Padres de Schoenstatt a asumir esta misión específica en relación al Movimiento.
La relación de la Sociedad del Apostolado Católico y del Movimiento de Schoenstatt en general con san Vicente Pallotti, está dada particularmente por su tarea de ser alma de la "Confederación Apostólica Universal" (CAU) ( > 23)

Después de la muerte de san Vicente Pallotti su Obra no logró perdurar. El santo se había adelantado a su tiempo y sus seguidores perdieron de vista esta meta, de suyo extraordinariamente ambiciosa. Guiados por el lema "el amor de Cristo nos urge" y bajo la protección de la Reina de los Apóstoles, los padres palotinos se dedicaron a promover el apostolado universal en los más diversos campos. Sin embargo, la idea primitiva de una organización que reuniera y coordinara las fuerzas apostólicas, permaneció en la penumbra. Sólo posteriormente, a través del P. Kentenich y la fundación del Movimiento de Schoenstatt, renació la idea de Pallotti.

El fundador de Schoenstatt asume la finalidad de Pallotti como tercer fin de Schoenstatt

El P. Kentenich vio en Schoenstatt la posibilidad de resucitar el "Apostolado Católico" en el sentido de Pallotti, dándole a esta obra un nuevo nombre: "Confederación Apostólica Universal" (CAU). El fundador de Schoenstatt afirma que, sin contar con la alianza de amor en el Santuario, no se habría arriesgado a asumir esta "obra mamut" de la CAU.

Para el fundador de Schoenstatt, esta obra (la CAU) comprendía "dos alas": Primero debía tomar cuerpo la Confederación Apostólica al interior de la Familia de Schoenstatt. Esto en cuanto Schoenstatt está formado por diversas comunidades (las Ligas Apostólicas, las Federaciones y los Institutos Seculares de Schoenstatt) y estas comunidades, animadas por un mismo espíritu, pero jurídicamente autónomas, debían unir sus fuerzas e iniciativas apostólicas en pos de un apostolado más eficaz y fecundo.

En segundo lugar, Schoenstatt, como "primera ala" de la Confederación Apostólica, debía, de acuerdo a esta finalidad asumida a partir de san Vicente Pallotti, constituirse en el alma y promotor de la unión y confederación de las obras apostólicas en el ámbito eclesial más amplio.

La importancia de la CAU se hace hoy más actual que nunca antes. El Concilio Vaticano II abrió ampliamente las puertas al apostolado de los laicos y dio impulsos decisivos en relación a una "Iglesia-Comunión". La "pastoral de conjunto", los organismos que coordinan las comunidades religiosas (Conferre), las Conferencias episcopales nacionales e internacionales (por ej., el CELAM, en Latinoamérica), la "Acción Católica", y una serie de otras iniciativas e instituciones, señalan en esta dirección.

Por otra parte, en el orden temporal, son también muchas las instituciones que buscan confederarse uniendo sus fuerzas y buscando caminos que aporten a una mayor eficacia de lo que podría lograr cada institución separada del resto. Así también surgieron las "Naciones Unidas, la FAO, etc. En el ámbito de los negocios se da el mismo fenómeno (las transnacionales son un ejemplo de ello).

Todo esto hace más comprensible esta tercera finalidad de Schoenstatt.
Según lo dicho, Schoenstatt está llamado, en primer lugar, a mostrar un caso preclaro o ejemplar de la fecundidad que trae consigo la unión en la diversidad. Debe mostrar que es posible diseñar estrategias apostólicas en común, coordinando la originalidad y fuerzas propias de cada comunidad en bien de la eficacia evangelizadora de la Iglesia. La autonomía jurídica asegura que ninguna comunidad o institución puede asumir un rol que signifique "dominio" sobre otra comunidad: todas tienen los mismos derechos. Pero, por otra parte, esta autonomía no las aísla, sino que, impulsadas por un espíritu común, las nueve a poner sus fuerzas evangelizadoras al servicio del todo. En esto vale plenamente el adagio "la unión hace la fuerza".

En segundo lugar, Schoenstatt, además de tratar de mostrar en sí mismo un ejemplo de coordinación, debe esforzarse por crear puentes, por ser factor de unidad y coordinación de las iniciativas apostólicas, al interior de la Iglesia. Se trata de animar y de servir, de ser "corazón de la Iglesia" en un espíritu netamente mariano. Cada comunidad debe aportar a esta Confederación su riqueza y carisma propios, produciendo así la unidad en la pluralidad y, a la vez, potenciando la eficacia y fecundidad del apostolado. De esta forma, deben surgir asociaciones, por ejemplo, de comunidades y personas que trabajen en la pastoral familiar, en la juventud, en el apostolado asistencial, etc. Las posibilidades son múltiples y la forma de coordinación, local, nacional o internacional, son también múltiples.

Esta "movilización" de las fuerzas apostólicas hace posible que la Iglesia pueda responder verdaderamente a los desafíos de un tiempo donde "las fuerzas del mal unen sus fuerzas" (Pallotti), donde avanza vertiginosamente la descristianización del mundo, donde el individualismo y la masificación cobran cada vez más terreno. Una Iglesia dividida, una Iglesia donde cada uno está replegado en su propio campo y limitado a sus propias fuerzas, es altamente ineficaz. La Confederación Apostólica Universal, de la cual Schoenstatt quiere ser alma, hará que el horizonte de la evangelización sea promisorio y augure una nueva época en la cristianización de la cultura.